La sensatez es una balanza cuyos brazos son exactamente iguales.
Para que se mantenga en equilibrio debe tener el mismo peso a ambos lados,
de modo que un platillo está lleno de armonía y exactitud y en el otro se amontonan el caos y la imprecisión.

En ese balancín se mide el éxito, que siempre es relativo y que, por fuerza, tiene que estar equilibrado
con una paleta de colores claros y otra de tonos oscuros,
con un peso de buenas decisiones y otro de no tan buenas.
Ambos lados cargan exactamente lo mismo y los dos son condición necesaria de ese triunfo propio.

A veces no está en nuestra mano decidir qué cantidad colocamos en cada platillo,
sino que son factores externos incontrolables los que tiran de los brazos.
Está bien saber que no es muy útil buscar explicación a algo que no vamos a entender
y que es mucho mejor encontrar la forma de nivelar la balanza.